El Faisán es plato de reyes. Y la verdad es que algo de especial tiene. No falta quien se burla, diciendo que no es más que un pollo grande, pero merece la pena probarlo. En el Farketa 56, en Rodríguez Arias (Bilbao) tienen una completa carta de caza. Venado, corzo, faisán, pato (este no creo que venga del cmapo), jabalí...
Fuimos allá el domingo. Cuatro comensales. Todo el restaurante para nosotros. Como los pijardos que piden cerrar la sala para que no les molesten, aunque por casualidad. Eramos la única reserva. La primera opción no era la caza, pensamos más en pescado. Sin embargo, vista la carta, decidimos probar. Y acertamos. La digestión quiza fue un poco pesada (o tal vez fueron los gin tonics de después), mas la experiencia es muy recomendable.
Arrancamos con una ensalada de esas que llevan muchas cosas y unas setas a la planca. Las vimos al entrarm sobre el mostrador y resultó ser el mejor reclamo. Estaban buenas. Un día tonto, en barra, con una botella de vino tiene que estar de aúpa.
Luego llegó la caza. El faisán lo mejor. Limpio, sueve y sabroso. El venado me agradó. El corzo, algo más correoso obligaba a trabajar el masticado. Eso síu, la guarniciñon de patata con una especial e besamel ayudaba a deglutir todo aquello.
Para beber, tinto crianza de Elciego. Al pelo.
Una cenita en pareja en el Farketa 56 supera los 100 euros, pero un día es un dia y al menos una vez en la vida hay que dejarse caer por estos locales clásicos. El servicio es de primera
30 de junio de 2011
29 de junio de 2011
La semana Hoegaarden
Será un adelanto al próximo viaje a Bélgica y los Países Bajos, será que me gusta más tomarme una birra cuando vuelvo del curro que una tiza a un tonto, pero el tema es que he decidido que ésta sea la semana Hoegaarden. Witbier o Bière Blanche (como mola esto del bilingüismo belga). Para los que nos gustan las Weissenbier bávaras, las cervezas de trigo belgas y holandesas son una buena alternativa. Más frutales, que le vamos a hacer, pero seguramente mejor estructuradas le dan un toque más sofisticado al viejo arte de tirarte en el sofá a la espera de que te enganche el sueño.
La Hoegaarden tiene un ligero toque a limón que la hace bastante refrescante. Y la verdad es que es un brebaje de los más apetecible. Quién soy yo para enmendarla plana a unos tipos que llevan produciendo cerveza desde 1445.
No dejéis de visitar su web. Sobre todo una herramienta que a través de google maps te señala los mejores bares para beber Hoegaarden Se sale. Lástima que en el terruño no aparezca ninguno. Ainssss
Si tenéis ganas de viajar, también se puede recorrer la cervecera. Eso sí, vista la Guinness Storehouse... Como que ya no me llaman estas atracciones. Otro día os cuento lo de Dublín. Lo mejor, el restaurante con una carta a base de Stout.
La Hoegaarden tiene un ligero toque a limón que la hace bastante refrescante. Y la verdad es que es un brebaje de los más apetecible. Quién soy yo para enmendarla plana a unos tipos que llevan produciendo cerveza desde 1445.
No dejéis de visitar su web. Sobre todo una herramienta que a través de google maps te señala los mejores bares para beber Hoegaarden Se sale. Lástima que en el terruño no aparezca ninguno. Ainssss
Si tenéis ganas de viajar, también se puede recorrer la cervecera. Eso sí, vista la Guinness Storehouse... Como que ya no me llaman estas atracciones. Otro día os cuento lo de Dublín. Lo mejor, el restaurante con una carta a base de Stout.
27 de junio de 2011
Se abre la veda. Mi primera crítica negativa
Sé que esperabais con ardor que pusiera a caer de un burro a algún restaurante. Y cierto es que hasta ahora, todos los lugares de los que os he hablado han salido bastante bien parados. El problema es que el sábado, por primera vez en mi vida, tuve que dejar el plato de comida en la mesa. Fallo mío, debía haber hablado con la camarera y que se llevara aquel desastre de vuelta a la cocina.., pero uno es vasco y ... no dije nada. Si llego a ser yankie, la lío.
Todo comenzó muy bien. La Garbatella, el restaurante italiano del CC Ballonti, es un local bonito, bien decorado. Llagamos sobre las 13.40. No había nadie comiendo. Nos atendieron rápido y bien. Pedimos la carta a pesar de que ofrecen un menú y bastante completo. Claro que por los 15,50 leuros del mismo, prefiero elegir libremente de la carta. Venía con la idea de tomar una Birra Moretti. ¿Tendrían? Y sí, la tenían 2,35 por el botellín de 33 cl. Un poco demasiado caro, la verdad (además, la carta reza 2.10, pero en fín).
Nos lanzamos a por una ensalada (buena, abundante, bien presentada) y dos platos de pasta Gnochi con salsa de azafrán (pasable) y papardelle con salsa de negra de txipis. Ayyyyy que dolor cada vez que lo recuerdo. Hasta se me puso mala gana.
¿Habéis comido alguna vez algo muy salado? No me refiero a algo tan salado que te resulta vomitivo, no. Hablo de un plato en el que hay tanta sal que se te revuelve el estómago, te entran nauseas y no quieres ni pegarle un trago a la cerveza. Joder. Qué no quería beber. En serio. NO ME APETECÍA NI UNA CERVEZA. Es que me mosqueo con solo pensarlo.
Lo peor es que si lo pienso fríamente, el problema vendría porque alguien se despisto y echo sal varias veces a ujn plato que no debe llevarla. Es una salsa de tintas de calamar, por Dios. Y no quiero insistir. Por qué es tan difícil que un cocinero haga este estropicio que uno le da vueltas a si la salsa estaría mala y de ahí ese sabor salado y un tanto picante en la punta de la lengua.
En fin. No siempre se acierta. Y la comida, que costó sus buenos 40 leuros, no me habría dejado mal sabor de boca de no haber estado tan salado. Eso sí, por favor, a partir de ahora, no sirváis la pasta en un mar de salsa dentro de una bandeja tipo cuenco. O al menos poned dos platos y una espumadera para que podamos pescarla.
PD: La Birra Moretti está buena.
Todo comenzó muy bien. La Garbatella, el restaurante italiano del CC Ballonti, es un local bonito, bien decorado. Llagamos sobre las 13.40. No había nadie comiendo. Nos atendieron rápido y bien. Pedimos la carta a pesar de que ofrecen un menú y bastante completo. Claro que por los 15,50 leuros del mismo, prefiero elegir libremente de la carta. Venía con la idea de tomar una Birra Moretti. ¿Tendrían? Y sí, la tenían 2,35 por el botellín de 33 cl. Un poco demasiado caro, la verdad (además, la carta reza 2.10, pero en fín).
Nos lanzamos a por una ensalada (buena, abundante, bien presentada) y dos platos de pasta Gnochi con salsa de azafrán (pasable) y papardelle con salsa de negra de txipis. Ayyyyy que dolor cada vez que lo recuerdo. Hasta se me puso mala gana.
¿Habéis comido alguna vez algo muy salado? No me refiero a algo tan salado que te resulta vomitivo, no. Hablo de un plato en el que hay tanta sal que se te revuelve el estómago, te entran nauseas y no quieres ni pegarle un trago a la cerveza. Joder. Qué no quería beber. En serio. NO ME APETECÍA NI UNA CERVEZA. Es que me mosqueo con solo pensarlo.
Lo peor es que si lo pienso fríamente, el problema vendría porque alguien se despisto y echo sal varias veces a ujn plato que no debe llevarla. Es una salsa de tintas de calamar, por Dios. Y no quiero insistir. Por qué es tan difícil que un cocinero haga este estropicio que uno le da vueltas a si la salsa estaría mala y de ahí ese sabor salado y un tanto picante en la punta de la lengua.
En fin. No siempre se acierta. Y la comida, que costó sus buenos 40 leuros, no me habría dejado mal sabor de boca de no haber estado tan salado. Eso sí, por favor, a partir de ahora, no sirváis la pasta en un mar de salsa dentro de una bandeja tipo cuenco. O al menos poned dos platos y una espumadera para que podamos pescarla.
PD: La Birra Moretti está buena.
21 de junio de 2011
Una ginebra recia donde las haya
El sábado, tras la tripada larreil tocó hundir un poco la comida y ¿qué mejor que unos gin tonics?
Hacemos honor al título del blog y entramos en el mundo de las gins. No se me ha ocurrido mejor comienzo que hacerlo por el principio, por la Ginebra MG. Joder tú, un brebaje recio donde los haya.
La nota de cata de esta ginebra dice: "Ginebra transparente, translúcida, con el borde acerado y destellos parpadeantes en su fondo limpio y brillante. Un destilado elegante y fino en nariz, con abundancia de notas de enebro y hierba mojada, algo punzante pero muy balsámico y con recuerdos finos de resina. En la boca es una ginebra sabrosa y delicada, muy aromática y con muchos recuerdos de bayas de enebro. Denota un período de destilación ejemplar por la buena integración de su alcohol y la suavidad, redondez y elegancia de su final largo".
Vaya por delante que yo no soy ningún especialista en catas. Así que tendremos que creernos lo que cuenta. Lac verdad es que no teniendo una razón para criticar a la MG, he de admitir que me gustó más bien poco. La copa estaba bien servida. En la terraza de la Cervecera Araba, en mitad de la avenida Zumalakarragui de Llodio. La tónica la de siempre. Ahora, el resultado... Me recordó a esos potajes castellanos que están buenos, pero caen como un ladrillo. Esos botillos que juras no volveras a probar y que al de un tiempo vuelven a darte la noche.
Pecaremos otra vez con la MG, qué duda cabe, aunque pasara bastante tiempo.
Hacemos honor al título del blog y entramos en el mundo de las gins. No se me ha ocurrido mejor comienzo que hacerlo por el principio, por la Ginebra MG. Joder tú, un brebaje recio donde los haya.
La nota de cata de esta ginebra dice: "Ginebra transparente, translúcida, con el borde acerado y destellos parpadeantes en su fondo limpio y brillante. Un destilado elegante y fino en nariz, con abundancia de notas de enebro y hierba mojada, algo punzante pero muy balsámico y con recuerdos finos de resina. En la boca es una ginebra sabrosa y delicada, muy aromática y con muchos recuerdos de bayas de enebro. Denota un período de destilación ejemplar por la buena integración de su alcohol y la suavidad, redondez y elegancia de su final largo".
Vaya por delante que yo no soy ningún especialista en catas. Así que tendremos que creernos lo que cuenta. Lac verdad es que no teniendo una razón para criticar a la MG, he de admitir que me gustó más bien poco. La copa estaba bien servida. En la terraza de la Cervecera Araba, en mitad de la avenida Zumalakarragui de Llodio. La tónica la de siempre. Ahora, el resultado... Me recordó a esos potajes castellanos que están buenos, pero caen como un ladrillo. Esos botillos que juras no volveras a probar y que al de un tiempo vuelven a darte la noche.
Pecaremos otra vez con la MG, qué duda cabe, aunque pasara bastante tiempo.
20 de junio de 2011
Un fin de semana de los de antes; o casi
Siempre es bonito regresar a una de esas taskas que han marcado tus primeras farras. El sábado lo hicimos. Un poco más fino que antaño, pero con el mismo vino horrible; esa cosecha del 43 (que es el precio aproximado de la botella en pesestas si le descuentas el casco) y acostumbrada sobremesa de bricolage improvisado con todo aquello que va quedando por la mesa. Esta vez creamos al rey Gometero. Tengo una foto por ahí que pronto subiré.
Bueno. Por cumplir con la obligada mención al restaurante, os diré que el Larrea de Llodio, el del callejón (no me preguntéis la dirección porque nunca le he sabido) es el típico lugar en el que una comida de la cuadrilla se tuerce hacia una borrechera de la cuadrilla. El pijo menú que elegimos (los hay más económicos) fue de 22 euros. Comprende todo lo que se os ocurra. Jamón y chorizo de entrante, espárragos, sus míticos champis en salsa (esto si que es recomendable), un revuelto de setas, croquetas y lengua rebozada... Suficiente para cualquiera.
Sin embargo, en el Larrea, y cuando ya llevas una hora comiendo (y bebiendo), pasan a preguntarte qué quieres de plato principal .Lo suyo es tirárse al escalope (y se canta: po, pon, po, pon , po, po, po , pon) o la chuleta. Otra clásico son los pimientos rellenos (de carne o pescado o ambos) y el bacalao al pil pil. Comida casera contundente y generosa. Si ya os habéis empachado, haced sitio para el postre, el café, la cope y el ... Ah no, que ya no se ofrece puro por eso de la ley anti tabáco.
Lo dicho. 22 euros, tres horas (cronometradas) a la mesa, unas canturriadas y a liarla.
Bueno. Por cumplir con la obligada mención al restaurante, os diré que el Larrea de Llodio, el del callejón (no me preguntéis la dirección porque nunca le he sabido) es el típico lugar en el que una comida de la cuadrilla se tuerce hacia una borrechera de la cuadrilla. El pijo menú que elegimos (los hay más económicos) fue de 22 euros. Comprende todo lo que se os ocurra. Jamón y chorizo de entrante, espárragos, sus míticos champis en salsa (esto si que es recomendable), un revuelto de setas, croquetas y lengua rebozada... Suficiente para cualquiera.
Sin embargo, en el Larrea, y cuando ya llevas una hora comiendo (y bebiendo), pasan a preguntarte qué quieres de plato principal .Lo suyo es tirárse al escalope (y se canta: po, pon, po, pon , po, po, po , pon) o la chuleta. Otra clásico son los pimientos rellenos (de carne o pescado o ambos) y el bacalao al pil pil. Comida casera contundente y generosa. Si ya os habéis empachado, haced sitio para el postre, el café, la cope y el ... Ah no, que ya no se ofrece puro por eso de la ley anti tabáco.
Lo dicho. 22 euros, tres horas (cronometradas) a la mesa, unas canturriadas y a liarla.
16 de junio de 2011
En Casa Manolo, Pamplona
Nos lo recomendó un compañero. "La semana pasada cené allí con mi madre" Me comvenció. "Buena cocina, tranquilo y no es caro", me había dicho antes. "Las raciones son muy grandes". Así que nos fuimos a Casa Manolo, en la calle García Castañón, 12.
La verdad es que las raciones no son tan grandes, aunque son mayores de lo que acostumbran a servir la mayoría de los restaurantes. Además, como es obligado pedir el ajoarriero con bogavante pues la tripada queda garantizada.
La cena sale por unos 85 euros la pareja. Muy buen precio para Pamplona. El truco para que no se dispare la cuenta está en el vino. No lo pienses y elije un blanco navarro. No sólo por economía, sino porque lo disfrutaras como un niño.
El restaurante es de los que ya no se llevan. En el primer piso de un bloque de pisos a cien metros del Paseo Sarasate, justo delante de la estatua de los jesuitas. No sé por qué la Compañía siempre acierta a señalar los lugares interesantes.
Te atienden dos camareros pelones que parecen gemelos. Unos cracks. Simpáticos, al menos a mí me lo parecieron, y tan parecidos que si no te das cuenta de que son dos, parece uno moviéndose a toda pastilla. Vale, quizás fueron las cañas de antes de entrar a cenar...
Pero vamos a tema del papeo. Abrimos con un jamoncito cojonudo y los típicos entrantes. Hay donde elegir sin miedo, lo que más apetezca. Era sólo una escusa para lo que debía de llegar. Íbamos a lo que íbamos, así que sin hacer mucho caso a la carta nos lanzamos al ajoarriero con bogavante. Por probar algo más pedimos rape y compartimos los platos. No acabo de ver claro esa manía que tengo de pedir dos segundos, por probar. Tengo que dejar de hacerlo. El rape estaba muy bueno, claro que tocado el bacalladito.... se queda en nada.
Y eso que no quedaba bogavante. ¿Cómo? "Le podemos poner unos langostinos", me dicen. Vale, contesto. Lo que pienso en realidad es: y a mí qué me cuentas si yo lo que quiero es ajoarriero y tampoco confiaba nada en el bogavante que solo lo ponen para inflar el precio.
En resumen. Gran recomendacíón la que nos dieron y divertida velada glotona. Lo dicho: el ajoarriero se sale. Probádlo con el bogavante si queréis y nos contáis si mejora en algo. Lo dudo.
La verdad es que las raciones no son tan grandes, aunque son mayores de lo que acostumbran a servir la mayoría de los restaurantes. Además, como es obligado pedir el ajoarriero con bogavante pues la tripada queda garantizada.
La cena sale por unos 85 euros la pareja. Muy buen precio para Pamplona. El truco para que no se dispare la cuenta está en el vino. No lo pienses y elije un blanco navarro. No sólo por economía, sino porque lo disfrutaras como un niño.
El restaurante es de los que ya no se llevan. En el primer piso de un bloque de pisos a cien metros del Paseo Sarasate, justo delante de la estatua de los jesuitas. No sé por qué la Compañía siempre acierta a señalar los lugares interesantes.
Te atienden dos camareros pelones que parecen gemelos. Unos cracks. Simpáticos, al menos a mí me lo parecieron, y tan parecidos que si no te das cuenta de que son dos, parece uno moviéndose a toda pastilla. Vale, quizás fueron las cañas de antes de entrar a cenar...
Pero vamos a tema del papeo. Abrimos con un jamoncito cojonudo y los típicos entrantes. Hay donde elegir sin miedo, lo que más apetezca. Era sólo una escusa para lo que debía de llegar. Íbamos a lo que íbamos, así que sin hacer mucho caso a la carta nos lanzamos al ajoarriero con bogavante. Por probar algo más pedimos rape y compartimos los platos. No acabo de ver claro esa manía que tengo de pedir dos segundos, por probar. Tengo que dejar de hacerlo. El rape estaba muy bueno, claro que tocado el bacalladito.... se queda en nada.
Y eso que no quedaba bogavante. ¿Cómo? "Le podemos poner unos langostinos", me dicen. Vale, contesto. Lo que pienso en realidad es: y a mí qué me cuentas si yo lo que quiero es ajoarriero y tampoco confiaba nada en el bogavante que solo lo ponen para inflar el precio.
En resumen. Gran recomendacíón la que nos dieron y divertida velada glotona. Lo dicho: el ajoarriero se sale. Probádlo con el bogavante si queréis y nos contáis si mejora en algo. Lo dudo.
14 de junio de 2011
El sábado cené en el URBare de Bilbao
Hacía tiempo que querñia probar la cocina del URBare, en Campo Volantín. Me llamaban la atención sus copas de vino. Finas. Lo parecían desde la calle e invitaban a sentarse en esas sillas de un solo apoyabrazo. Son más cómodas de lo que parecen,
No terminaba de decidirme a reservar. Los tiempos no están como para pagar 150 leuracos por una cena para dos. Al final lo hice y la experiencia mereció la pena. Primero porque no hacen falta 150 leuros para cenar en URBare, segundo porque el ambiente es tranquilo sin ser un muermo y tercero porque la comida estaba de aupa. Hasta la música ambiente me gustó. Rollo italiano años cincuenta y ya a la medianoche algo de jazz poepro de ese tan de moda.
Abrimos el tema con un foie micuit con crema de castañas. A disfrutar como enanos. Eso sí, la espuma de ponche que acompaña, mejor la dejáis ahí, de aguantavelas. El romance es cosa del foie y la castaña.
Luego una ensalada de pulpo braseado. En la próxima parrillada lo incluyo. Lo de la ensalada no, que como dic un amigo, "engorda", pero el pulpo se sale. No creo que vuelva a probarlo sin brasear. Qué invento.
De prinmcipal pedimos txipis con arroz crujiente. La sorpresa vino por lo blandos y gelatinosos que estaban los jibioncillos. "Los uperizan", me dijo el camarero. En realidad no sé que les hacen, aunquie no me importa. Los pediría de nuevo.
Y de cierre, rape. Posiblemente lo mejor de todo, aunque no lo os recomiendo. Un rape así lo pongo yo en casa. El secreto es el producto. Sueltas la panoja en el mercado y lo marcaas en casa, en calzoncillos. Mismo resultado, cuarta parte de precio.
En resumen y con un godello de Valdeorras la cena se saldó por 112 euros. Repetiré
No terminaba de decidirme a reservar. Los tiempos no están como para pagar 150 leuracos por una cena para dos. Al final lo hice y la experiencia mereció la pena. Primero porque no hacen falta 150 leuros para cenar en URBare, segundo porque el ambiente es tranquilo sin ser un muermo y tercero porque la comida estaba de aupa. Hasta la música ambiente me gustó. Rollo italiano años cincuenta y ya a la medianoche algo de jazz poepro de ese tan de moda.
Abrimos el tema con un foie micuit con crema de castañas. A disfrutar como enanos. Eso sí, la espuma de ponche que acompaña, mejor la dejáis ahí, de aguantavelas. El romance es cosa del foie y la castaña.
Luego una ensalada de pulpo braseado. En la próxima parrillada lo incluyo. Lo de la ensalada no, que como dic un amigo, "engorda", pero el pulpo se sale. No creo que vuelva a probarlo sin brasear. Qué invento.
De prinmcipal pedimos txipis con arroz crujiente. La sorpresa vino por lo blandos y gelatinosos que estaban los jibioncillos. "Los uperizan", me dijo el camarero. En realidad no sé que les hacen, aunquie no me importa. Los pediría de nuevo.
Y de cierre, rape. Posiblemente lo mejor de todo, aunque no lo os recomiendo. Un rape así lo pongo yo en casa. El secreto es el producto. Sueltas la panoja en el mercado y lo marcaas en casa, en calzoncillos. Mismo resultado, cuarta parte de precio.
En resumen y con un godello de Valdeorras la cena se saldó por 112 euros. Repetiré
13 de junio de 2011
El viernes comí en el Deluxe Lounge
Good deal. Es la expresión que mejor refleja lo que ofrece el Deluxe Lounge (Calle Buenos Aires, Bilbao)
El local es agradable, rollo sofisticado pijardo, pero muy bien ambientado. El menú (lo cambian cada semana) bastante interesante. Además, si entras a comer de 13 a 13.30 horas te sale por 10 euros 50.
El restaurante está en la parte de arriba. Se agradece, es más tranquilo y apenas se oye el bullicio de la barra. Comedor txikito pero acogedor. Rollo muy NYC. A poder ser coged las sillas tapizadas en negro, son más cómodas. Me llamó la atención que los asientos son diferentes, incluso en la misma mesa. Hay una con sofá. Joder que incñomodo debe ser comer ahí. Lo bueno es que estéticamente la sala gana mucho
La comida estaba realmente buena. Yo pedí un saquito de pollo y pimientos. Es un hojaldre sobre el que sirven una pasata a base de pollo y pimientos (era difícil, eh?) No sé porque le llaman saquito, el relleno no va dentro de la pasta... En fin que lo pedí porque me apetecía decir saquitoooo. Quiero un saquitoooo. Suena bien y así le dejas a la camarera con el rollo de si eres retrasado o algo. Estaba riquísimo.
De segundo, costilla asada. Cumplidora. Sin alardes. Sin pega. Un poco gomosa tal vez.
En el postre, y siguiendo con el rollo NYC, me lancé a la tarta de queso casera. En vez de arándanos cubierta con mermelada de cerezas. Habría preferido los arándanos.
En la clasificaciñon de ramitas de eneldo que me he inventado para los restaurantes (mide la relación calidad precio) le voy a dar 4 sobre 5. Con el tema de ir pronto el café te sale gratis (es lo que te descuentan del menú normal de 12,50), lo que da n coste muy competitivo. El problema es que las camareras vuelan para que termines pronto y dejes sitio al turno de las dos. Qué prisas hija. Déjame beberme la botella de Rueda (verdejo y viura) que nos has puesto con la comida. Agradable, aunque realmente cabezón.
Los que prefieran comer con crianza de Rioja les costará 15 leuros. El vino joven entra en menú.
Lo dicho. El Deluxe Lounge es una opción muy recomendable si tienes que salir del paso un mediodía en la Villa.
El local es agradable, rollo sofisticado pijardo, pero muy bien ambientado. El menú (lo cambian cada semana) bastante interesante. Además, si entras a comer de 13 a 13.30 horas te sale por 10 euros 50.
El restaurante está en la parte de arriba. Se agradece, es más tranquilo y apenas se oye el bullicio de la barra. Comedor txikito pero acogedor. Rollo muy NYC. A poder ser coged las sillas tapizadas en negro, son más cómodas. Me llamó la atención que los asientos son diferentes, incluso en la misma mesa. Hay una con sofá. Joder que incñomodo debe ser comer ahí. Lo bueno es que estéticamente la sala gana mucho
La comida estaba realmente buena. Yo pedí un saquito de pollo y pimientos. Es un hojaldre sobre el que sirven una pasata a base de pollo y pimientos (era difícil, eh?) No sé porque le llaman saquito, el relleno no va dentro de la pasta... En fin que lo pedí porque me apetecía decir saquitoooo. Quiero un saquitoooo. Suena bien y así le dejas a la camarera con el rollo de si eres retrasado o algo. Estaba riquísimo.
De segundo, costilla asada. Cumplidora. Sin alardes. Sin pega. Un poco gomosa tal vez.
En el postre, y siguiendo con el rollo NYC, me lancé a la tarta de queso casera. En vez de arándanos cubierta con mermelada de cerezas. Habría preferido los arándanos.
En la clasificaciñon de ramitas de eneldo que me he inventado para los restaurantes (mide la relación calidad precio) le voy a dar 4 sobre 5. Con el tema de ir pronto el café te sale gratis (es lo que te descuentan del menú normal de 12,50), lo que da n coste muy competitivo. El problema es que las camareras vuelan para que termines pronto y dejes sitio al turno de las dos. Qué prisas hija. Déjame beberme la botella de Rueda (verdejo y viura) que nos has puesto con la comida. Agradable, aunque realmente cabezón.
Los que prefieran comer con crianza de Rioja les costará 15 leuros. El vino joven entra en menú.
Lo dicho. El Deluxe Lounge es una opción muy recomendable si tienes que salir del paso un mediodía en la Villa.
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