27 de julio de 2011

Operación Hielo de Lima

Como habréis adivinado, la operación Hielo de Lima no es más que una prueba para ver que sucede si al Gin Tonic le añadimos un hielo hecho con zumo de lima. Cada maestrillo tiene su librillo y yo creo que voy a tirar la literatura por la ventana y volver a los fundamentos de cualquier preparación: producto, producto, producto.

No se puede decir que el resultado fuera desagradable. Al contrario, el dulzor frutal le da un punto, aunque al final, cuando el pedruzco se va deshaciendo, me parece un toque excesivo.

Las fotos os darán una idea clara de lo que hicimos. Primero se exprimen dos limas y se coloca el zumo en un molde, se rellena con agua (filtradita, que somos muuuu pijos) y al congelador. Lo siguiente es, y esto es importante, meter la copa unos minutillos a que se hiele. Básico total para cualquier cosa que nos guste fría. ¿Para qué perder temperatura si podemos evitarlo? Cuidado con el grosor de la copa. Si crees que no soportará el frío, no lo hagas.

Con los ingredientes listos. Copa helada, hielo aromarizado, ginebrita (qué rica) y tónica, sólo falta mezclar. O arrejuntar, que es más interesante. Yo lo hago así: 

Con una peladura de limón, fina, sin carne, se rozan los bordes de la copa. Hay quien recomienda no hacerlo, pero a mí me gusta el olor de la esencia limonera. Luego ponemos el hielo en el fondo de la copa y escanciamos el licor sobre él; que salpique, que rompa. Esperamos un segundo a que coja el alcohol se enfríe (quizá sería mejor tener la ginebra en la nevera -no estoy seguro-) e incorporamos, muy despacio, la tónica. Suave, suave. Nada de romover, ni revolver, ni tonterías. A disfrutar del trago largo
     

22 de julio de 2011

Damm Inedit: Está buena, pero sin pasarse



Esta es la nota de cata de la Damm Inedit. Como habéis adivinado por el vídeo mucha chorrada para una puta cerveza. Está buen, muy buena, pero no deja de ser una lager de esas que se disfrutan en una terraza servida en una jarra helada. Yo la probé anoche. No me la tomé en esas copas tan pijas, ya probaré, aunque no es necesaria tanta tontería como dicen estos. Lo del trigo es cierto, se nota. Tiene ese toque a limón de la Hooergarden. Eso dice alguien con bastante más gusto que yo.

Dicen en Damm: " De alta intensidad y complejidad aromática, su aspecto es ligeramente turbio. Muy afrutada y floral en nariz, con sensación de levadura fresca y recuerdos a especias dulces. De textura cremosa y fresca, suave volumen y carbónico delicado. Postgusto largo y de recuerdo afable.
Una bebida que puede acoger el festival de sabores que nos regala la gastonomía. Los amargos, los ácidos, los ahumados, los acéticos.... todas estas sensaciones que tanto atemorizan a los sommeliers para hacer un maridage tienen solución!
Las vinagretas, los cítricos y los dulces tienen una cerveza que les puede coger de la mano. La burbuja está integrada y es delicada. En cada plato la comunión de notas es diferente, pero puede existir un hilo conductor para todos, para no cambiar las copas, para sentir la continuidad.
Y en cada composición esta cerveza cambia de bouquet y adapta sus cualidades: un carácter suave con personalidad compleja."

21 de julio de 2011

Mapamundi de las birras

Como nos pasa a todos, seguro que lleváis años intentando entender todos los múltiples tipos de cervezas que hay en el mundo. Os dejo aquí una pequeño diagrama. gráfico, árbol o como a mi me gusta llamarlo, Mapamundi de la birra. Imprescindible. Voy a hacerme un cuadro con él
 

20 de julio de 2011

El café manchego

Sobre la mesa un café con hielo. Es una terraza de verano. Buen día. Buen organismo. Es uno de esos días que sin saber muy bien porqué no dejas de hacer reír a los que te rodean. Un hielo es suficiente para provocar la risa. Un hielo. Fresquito. Uno de esos hijos de puta de hielos que te hacen derramar el café y con los que siempre te manchas. Si te cae sobre el pecho, la carcajada es de aúpa. Es el café manchego. Ese que se empeña en que te lleves un gran recuerdo. 

Hoy hemos tomado café en el Oh! mellete de Miribilla, en Bilbao. Rico. Fuerte. He llegado a Vitoria y todavía me temblaban hasta las pestañas. Por la cafeína y por el par de veces que he escuchado a Mark Knopfler en el coche hacer magia con la guitarra durante los puntéos de Tunel of Love. Pedazo de canción. Aunque ese no es el tema. El asunto son las manchas.

Un viejo amigo tenía un terrible problema con una de estas manchas recurrentes. Se la lavaba todas las noches, pero a la mañana siguiente hay estaba, en su frente, en todo lo alto. En Moscú no se atrevían a hacer bromas con el tema, mas en el resto del mundo. El descojono. Pobre Gorby. En fin, que hoy me las he tenido con una de esas manchas que parecen puestas con rotulador indeleble (ya sé que se llama permanente, coñe). Primero ha aparecido en el cuello de la camiseta. La hemos visto mientras tomábamos un blanquito en el Fifth Avenue, un poco más arriba del Oh! mellete, en Jardines de Gernika. Aprovechando que pasábamos por casa, me he cambiado. Con un par, justo antes de comer unos macarrones con bonito y tomate. Mira que podía haber esperado para ponerme la camisa limpia. 

Y la cosa iba bien hasta que, sentados en la terraza de verano, con una café con hielo sobre la mesa, sintiéndonos de deporte, el puto hielo cabrón del café manchego ha venido a joder la marrana. Choff. La mancha. Medio café por el pecho abajo y otra camisa a la lavadora. A ver si por lo menos me devuelven rápido el tendedero, porque hay unos escaladores colgados del patio de mi casa que se han robado todos los Marta. Dicen que están arreglando unas baldosas, pero hasta que no vea que me devuelven el colgador....       

15 de julio de 2011

Etxeko jana, como en casa

Hace unas semanas comimos en el Etxeko Jana de Bilbao. Está en el Capo Volantín, 15. Muy cerca del cruce con la calle Tiboli. No conocía el sitio, es la lonja del antiguo Yandiola, pero acertamos de pleno. Hace honor a su nombre. Y no lo digo por la comida, sino por el ambiente. Fue de lo más surrealista y a mi eso me encanta. Buena comida, mejor servicio, amabilidad y cero chorradas. Sin artificios.

El local es sencillo. Una mano de pintura en las paredes, unas cuerdas que dibujan palabras y se acabó. A la entrada un mostrador y una estantería con botellas de vino junto al gigantesco escaparate que parece el de una peluquerío por el tamaño de la cristalera. Me encantó.

Y es que la simplicidad no implica descuidar los detalles. Pedimos el menú del día, con el vino de la casa, y nos encontramos un gusto por el trabajo que cada vez es más raro. Un detalle: la botella de vino (un crianza del Campo de Borja) llegó a la mesa con aireador.

Lo mejor fue el trato. Como de costumbre, entramos pronto a comer. Sería la una. Todavía no había llegado el mensajero que les trae las hojas impresas con el menú de ese día, así que se disculparon, hicimos unas risas y nos cantaron la oferta. Mejor. Una ensaladilla de bonito sobre cama de tomate fresco y espaguetis con una salsa de salmón. Buena ración para abrir el tema y muy sabroso. El bonito tenía apellido, no era una lata de Isabel.

En ese momento aparece un chico por la puerta y me dice: "¿Dónde quieres que te deje el sobre?" Pongo el tenedor sobre la mesa, terminó de tragar y le contesto. "Déjale ahí mismo, en el mostrador". A mi, la verdad, me daba los mismo. Lo raro es que al mensajero le pareciera normal todo aquello.

Así que cuando regresó el camarero le dijimos que ya tenía sus menús, que estaban en el mostrador. Lo flipó un poco y después soltó unos cuantos improperios sobre el repartidor. Creo que no era la primera vez que hacía una de esas entradas estelares y se acercaba a los clientes para entregar un paquete que debía haber llegado a las 10.30 de la mañana. Un crack.

En fin. Que nos volvimos a reir un rato con los del Etxeko Jana.

Faltaba el segundo plato, unas brochetas de cerdo (vale, bien) y el postre. Tarta selva negra. Como para repetir. Con café y tal. 28 leuros la pareja. No es barato, pero merece la pena.

Por cierto, tiene pinta de tener otro comedor más chic en la entrepalanta. No dejaban de pasar pijardillas de esas tan de moda desde que han tuneado el botxo. Las muy incautas miran por encima del hombro cuando pasan junto a tu mesa camino de las escaleras. Estas no saben que ese paseillo es peor que un desfile de modas. ¡Chavala, acelera porque los de las mesas no te miran por lo bien que andas. Te están despellejando viva a cada paso! Es la ley de las terrazas.

13 de julio de 2011

And the winner is... Bombay Sapphire

Al final ya he comprado ginebra. La elegida ha sido Bombay Sapphire. Y efectivamente, sí, la he comprado porque regalaban una copa. Soy asín, que le vamos a hacer.

Aprovechando que pasaba por el Gorbeia, me he metido al Carrefour. Me hacía falta una silla de playa para no clavarme las hierbas asesinas de la campa en el pandero. Ya puestos he echado un ojo a los licores. Siempre tienen algo interesante y con la moda esta de la ginebra, la verdad es que la oferta ha crecido bastante. Me ha picado la Bulldog, la botella es preciosa, pero Bombay tenía algo que las demás no ofrecían (la copa, sí) y además era más barata. Bueno... menos cara. Hay que joderse con lo que castigan.

Al pagar ya he tenido que montarla. Soy un desastre. He marcado mal el pin de la tarjeta. Mi pin es el .... (epppa que no soy tan tonto). El tema es que no me he dado cuenta de que estaba diciendo en voz alta lo que he pensado al empezar a pitar la maquinita de la tarjeta y, claro, la cajera y el resto de la cola han flipado un poco. Así que he puesto mi mejor sonrisa de niño pillo y me he marchado disimulando. En plan Pantera Rosa. Ya sabéis.

O eso he intentado. El problema es que mi amiga Bombay no había dicho su última palabra y ha saltado la alarma. Piu, pìu, piu, Todo en ritmo bacaluti, Chum chum. .. . . . . . (los puntos son para marcar el ritmo). La cajera y la cola lo han vuelto a flipar. ¿Pero a mí por qué me miran? Qué yo ya he pagado, oíga.

Y entonces la cajera me dice: "Espera. Voy a llamar para que me digan dónde está la alarma en esta ginebra. Así no te pita en otro sitio".

-" Tranquila", le he contestado. "En mi casa no tengo de estos detectores de alarmas".

Creo que no ha pillado el chiste. En fin. Lo dicho: Bombay ha sido la ginebra elegida para los próximos meses.

Ahhh. Me han dado un vale regalo para 12 botellines de San Miguel si gasto 30 leuros. Eso suena a txokoooooooo.

8 de julio de 2011

Vamos de bares

bHoy viernes, es un buen día para presentar un nuevo álbum de fotos de bares. Iremos completándolo, claro está.

6 de julio de 2011

Un menú del día que no podrás terminar (Bar Sela)

Caímos en este bar por casualidad. El Sela, no lo conocía. Está en la calle Simón Bolivar, en Bilbao. Bastante más allá de La Taberna de los Mundos, donde no comimos porque era "demasiado pronto". Tengo la cuenta en la mano y es clara: 22 euros. Dos menús del día.

Y qué menús. De no poder acabarlos. La calidad es buena, sin florituras, pero con gusto. Arrancamos con una ensalada de pollo, queso y no sé que más, fresquita y sabrosa, y unos espaguetis con carne y tomate. Ración puro macho. De segundo, unos pimientos rellenos. Gigantescos. Cuatro por ración. En salsa. En cazuela de barro. Salvaje. Con dos piezas suficiente.

Del postre pasamos. No había donde meterlo. Tomamos café con hielo, que está incluido en el precio original. En la puerta, un cartel reza que es opcional el café o un chupito. Lo flipas.

El bar está sacado de una serie de los ochenta. Limpio, reformado por aquellos años, aunque agradable. Y el servicio es bueno. El camarero incluso dudó si cobrarnos menos porque no habíamos tomado postre.... Por si los estáis pensando... sí, no eran vascos.

 No es el típico sitio que recomendarías a alguien cuando pregunta, ni de los sitios en los que repites, sin embargo, si os pilla un día la hora de comer por esa zona. no deis vueltas. Al Sela de cabeza.          

4 de julio de 2011

Adiós Tanqueray, adiós

He pasado un año muy divertido con ella y ha llegado el momento de decirnos adiós. ¿Hasta cuándo? Tendremos encuentros esporádicos. Seguro. Los bares están para eso y la Tanqueray no fala en ninguno. Pero no volveras a ver mi casa. Unas cuantas de estas botellas verdes han pasado por el mueble bar en los últimos meses. Qué recuerdos, ainssss. Sin embargo, hay que evolucionar y dado que el otro día me terminé la botella, pues a comprar otra toca.

Tengo alguna que otra duda sobre la elección ginebresca para el próximo curso. Bombay es un valor seguro, aunque demasiado conocido. ¿Gordon´s? Eso es como invertir en oro. Acierto seguro, una de las mejores y casi la más barata (en relación calidad precio, inbatible), claro que se pierde la emoción de la compra.

Me pica la curiosidad la K-25. Amurriana. Como el Karpy.. Riauuuuuuu. Bulldog, impone. Hendricks, no me apetece. La lista es tan larga..... Masters podría ser, mas el recuerdo de su hemana pequeña (MG) le resta activos. Ya os contaré. Creo que al final, la decisión vendrá marcada por la irrefrenable atracción que tengo por las copas y vasos. Exacto. La ginebra que me regale una copa bonita es la que se viene pa' casa. Por un año. No es bueno enviciarse.    

2 de julio de 2011

Menuda cagada de camino

Hoy me ha dado por ir hasta el árbol Malato y he comprobado lo que llevaba tiempo sospechando: el ejercicio es una mierda. No lo digo porque no sea bueno para el cuerpo. De hecho, te sientes de maravilla. Sobre todo después de la birra de premio que te bebes al llegar a casa. Lo que he comprobado es que el camino ese del parque lineal del Nervión es un campo de minas

Las hay de todos los tipos y tamaños. Algunas pueden considerarse antitanque. Hay chorongillos resecos por el sol, plastas recónditas, cagolitas sinsorgas e incluso mondongos aplastados por la zapatilla de un caminante despistado. La gente calza mucha Nike, ¿eh? Desde que arrancas en Zubiko, paralelo a las vías, vas descubriendo el tipo de fauna doméstica del pueblo. Perros grandes, que cagan grande, perros pequeños que cagan pequeño y cerdos en general que la cagan sobre lo cagado. Para qué inventaría Dios la bolsa de plástico... Eso sí, lo peor empieza en las paserelas de madera que hay antes de llegar a Luyaondo. He visto una pesa que debía ser esférica, ya que el que la ha pisado ha dejado un círculo perfecto en el suelo. Que cosas. 


Una vez en casa, he abierto una Pagoa Pilsener. Hace quince días probé la Red Ale y tengo pendiente la Stout. Tengo que reconocer que deja un gusto duradero y reconfortante después de tragarla, pero la Red me pareció bastante mejor que la rubia tradional vasca. Es gaseosa y agradable al paso por boca, sin embargo, la primera sensación en la lengua es extraña. No se identificar el sabor -ya sabéis que yo bebo por vicio-, pero no me ha gustado demasiado. Supongo que es cosa mía. 


Por cierto, la birra después del ejercicio es sagrada y no se debe tomar de cualquier manera. Primero se bebe al menos medio litro de agua fresquita. Se mete el vaso al congelador y se espera un ratillo. Entonces ya podemos entrarle a la muchacha. Para la sed está el agua. Lo de la cerveza es por devoción. A la buena vida, claro.