Era uno de los duelos más esperados Apollo Creed contra Rocky o lo que es lo mismo Ein Prosit contra Lúpulo. Son los dos alemanes de Bilbao. El ying y el yang. Las dos caras de una moneda. Irreconciliables por alguna que otra putadilla del pasado.
Tenía ganas de hacer una comparación entre dos restaurantes que ofrecen algo parecido, pero de una forma muy diferente. Ética contra estética, la batalla final. La forma contra el fondo. El Ein Prosit, en la plaza del Ensanche, es la fachada. Su cerveza está buena, su comida está buena, sus hostias en la cuenta son buenas y sus parroquianos son de lo mejor. Tan refinada que sus pedos no huelen. No quiero decir que no me guste, porque me encanta ir a tomar y comer algo. Las raciones de barra son excelentes. Y qué decir del producto, de su propia charcutería.
El Lúpulo en cambio es auténtico. Y eso que muchos clientes creo que no lo aprecian. El biergarten de María Díaz de Aro sirve un codillo asado de lo mejor que puedes comer. Y a la cerveza la tratan como merece, con respeto. No le toquéis los cojones al dueño porque os manda a la calle en menos que canta un gallo. Eso sí, cuando hay confianza son encantadores. Tienes la sensación de ir a comer donde unos amigos. Lástima que cada vez se vean obligados a tirar más de servicio latino. Las formas se resienten bastante. Por cierto, que en el Ein Prosit tienen el mismo problema, pero allá no esperas que sean amables, vista la fauna que se agolpa a la puerta.
El viernes donde los Thate, cenamos ensalada de codillo, tabla de jamón y beicon ahumado, y tabla de patés. Con dos medios litros de Franciskaner: 54 leuros. La ensalada muy buena. Lechuga con codillo desmigado por encima y un alineo con queso. Sabe como un kebab al que le has quitado el pan. El jamoncillo y tal está bueno. Los patés, de bocata para el recreo. Las raciones son muy grandes habría estado mejor no pedir los patés. Menuda digestión y que noche me dieron
El lunes donde Javi, apostamos por el jamón Selva Negra (me encanta), una tabla de ahumados y codillo asado. Eramos cuatro por lo que el número de cervezas creció en proporción (y un poco más). Los cuatro, bien cenados, 70 leuros. Cada uno que saque conclusiones. El codillo lo disfruté como un poseso. Estaba un poquito salado, pero para eso hay birra. Los ahumados, mejores que la última vez. Sacan piezas grandes de bacalao y salmón para que las cortes tú y se nota la calidad respecto al que ya viene en loncha. Lástima que se hubieran terminado los profiteroles helados con chocolate negro caliente que nos íbamos a meter de postre. Se salen.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario