17 de agosto de 2011

Una Guinness en cinco pasos. Por qué torturan la stout en Vitoria

Uno, dos, tres, cuatro y un chorrete por encima. Como os lo cuento. No salía de mi asombro. Hasta he buscado la cámara oculta, pero no. Lo del Slow, un pseudoirlandés que hay en la calle Fueros, 29 de Vitoria (justo en el cruce con la calle San Prudencio), ha sido increíble. Os conté que no había forma de tomar un Guinness en la capital alavesa y esta es la confirmación definitiva. No vuelvo a intentarlo.

Tenía ganas de entrar en el garito este. Así que como no me apetecía un menú del día he pasado, dubitativo, a mirar las raciones. Eso que llaman carta y que yo no acabo de entender. Unos platos combinados, unas ensaladas y una de croquetas no hace una carta ni de coña. En fin. Que mientras oteo un poco el asunto me preguntan qué quiero. "Una caña de Guinness, por favor", respondo apoyado en el grifo de stout y señalando con el dedo el tirador. El camarero desaparece un me trae una pinta de Amstel. Joder, tú. Ya sé que hablo rápido y no se me entiende y que en Vitoria las cañas se han convertido últimamente en cañones, pero era sencillo.
Hombre, la verdad es que pinta de irlandés no tiene

Entonces pongo cara de circunstancias y le comento que quería Guinness. "Entonces será una pinta, ¿no?", me dice. "Hombre, si puede ser media....". En eso que veo en la carta (joder que raro suena) que hay ensalada César. No era Caesar que es lo que esperabais, sino César (quizir, le echo lo que me sale del moño y cojonudo). "¡Espera!", me lanzo. "¿Podría ser una ensalada César? ¿Sí? Pues pon una pinta y ya voy comido".

Como las mesas donde estaba la peña con el menú del día no me gustaban, me he quedado en la barra,. Estaba sólo. Cómodo y fresquito. Claro que entonces que tenido que ver en primer plano la tortura a la que han sometido a mi Guinness. Pobre Arthur. No merece que le traten así. Va el tipo y pone el vaso bajo el grifo. Bien. Vamos bien. Baja el tirador de golpe hasta el final. Bravo. Comienza a salir la birra y cuando lleva dos dedos, para. ¿Cómo? ¿Qué haces? Observa y calla, he pensado. Regresa al de unos minutos y repite la operación. Otros dos dedos. Me han dado ganas de grabarlo, pero ha podido la vergüenza. Así hasta cuatro veces. A la quinta ha añadido un chorrillo de espuma. Él pensaba que de espuma porque para eso el tirador debe ir hacia delante, no hacia atrás.

No hace falta que os diga que no estaba mala. Veredicto final: Si queréis una Guinness no paréis en Vitoria. Nunca. Ni de coña. Huid. Lejos. Más lejos.

El esperpento no había terminado. La ensalada era lechuga iceberg, tomate, un minipicadillo de pollo y algo parecido a la salsa rosa. Sabía a queso, lo que me ha extrañado y horrorizado, no obstante, me he tranquilizado al ver que también había unos láminas de queso para sandwich.

Mi comida
Aunque si os parecía que esto es fuerte, esperad a que os cuente sobre la cuadrilla de lumbreras que se han colocado a mi lado. Su primer movimiento, espectacular, robarme el Marca. Lo ha movido dos centímetros para acercar el plato y voló. Pero no era para leerlo ellos. Dudo que supieran. Lo han movido al otro lado de la barra por alguna poderosa razón de equilibrio cósmico que no alcanzo a entender. Luego han comenzado a criticar a Messi por lo que cobra. "Mira que no se puede hablar con un culé por lo insoportables que son". Esta ha sido una de las frases más gloriosas que han soltado. Luego han alabado a Cristiano por lo buen jugador que es. Había disparidad de opiniones sobre el sueldo. Uno lo veía adecuado. De hay a los pilotos de Fórmula 1. Qué si son unos vagos, que si cualquiera puede conducir un coche. Hasta les ha quedado tiempo para insultar a Nadal.

Yo ya no sabía que hacer y le oigo al otro camarero decir "Pero esta gente de dónde se ha caído". Levanto la cabeza por si me hablaba a mí y como se ha dado cuenta de que estaba pensando en voz alta me suelta. "Qué aproveche, majo". "gracias, cóbrame", he contestado con educación.

Sirva todo esto para dejar claro que lo de la Guinness en Vitoria está muy jodido. De paso recordar a todo aquel interesado que el 23 de septiembre, a las 18.00 horas, tenemos el Toast to Arthur. No deberíamos perdérnoslo.

3 comentarios:

  1. No tengo palabras. Este mundo es muy injusto y como suele decir una persona que conozco, está claro que hace mucho que no hay una guerra. Viene haciendo falta.

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