23 de agosto de 2011

Ein Prosit vs Lúpulo. Elijan ustedes. (Yo me quedo con el segundo)


Era uno de los duelos más esperados Apollo Creed contra Rocky o lo que es lo mismo Ein Prosit contra Lúpulo. Son los dos alemanes de Bilbao. El ying y el yang. Las dos caras de una moneda. Irreconciliables por alguna que otra putadilla del pasado.

Tenía ganas de hacer una comparación entre dos restaurantes que ofrecen algo parecido, pero de una forma muy diferente. Ética contra estética, la batalla final. La forma contra el fondo. El Ein Prosit, en la plaza del Ensanche, es la fachada. Su cerveza está buena, su comida está buena, sus hostias en la cuenta son buenas y sus parroquianos son de lo mejor. Tan refinada que sus pedos no huelen. No quiero decir que no me guste, porque me encanta ir a tomar y comer algo. Las raciones de barra son excelentes. Y qué decir del producto, de su propia charcutería.

El Lúpulo en cambio es auténtico. Y eso que  muchos clientes creo que no lo aprecian. El biergarten de María Díaz de Aro sirve un codillo asado de lo mejor que puedes comer. Y a la cerveza la tratan como merece, con respeto. No le toquéis los cojones al dueño porque os manda a la calle en menos que canta un gallo. Eso sí, cuando hay confianza son encantadores. Tienes la sensación de ir a comer donde unos amigos. Lástima que cada vez se vean obligados a tirar más de servicio latino. Las formas se resienten bastante. Por cierto, que en el Ein Prosit tienen el mismo problema, pero allá no esperas que sean amables, vista la fauna que se agolpa a la puerta.

El viernes donde los Thate, cenamos ensalada de codillo, tabla de jamón y beicon ahumado, y tabla de patés. Con dos medios litros de Franciskaner: 54 leuros. La ensalada muy buena. Lechuga con codillo desmigado por encima y un alineo con queso. Sabe como un kebab al que le has quitado el pan. El jamoncillo y tal está bueno. Los patés, de bocata para el recreo. Las raciones son muy grandes habría estado mejor no pedir los patés. Menuda digestión y que noche me dieron

El lunes donde Javi, apostamos por el jamón Selva Negra (me encanta), una tabla de ahumados y codillo asado. Eramos cuatro por lo que el número de cervezas creció en proporción (y un poco más). Los cuatro, bien cenados, 70 leuros. Cada uno que saque conclusiones. El codillo lo disfruté como un poseso. Estaba un poquito salado, pero para eso hay birra. Los ahumados, mejores que la última vez. Sacan piezas grandes de bacalao y salmón para que las cortes tú y se nota la calidad respecto al que ya viene en loncha. Lástima que se hubieran terminado los profiteroles helados con chocolate negro caliente que nos íbamos a meter de postre. Se salen. 

18 de agosto de 2011

Cervecería Alemana, el último refugio en Vitoria


Fachada de la Cervecería Alemana

Dicen que en el país de los ciegos, el tuerto rey. En el tema de las birras en Vitoria viene pasando algo parecido. Ya os he contado los problemas con la Guinness. No tienen solución. Sin embargo, sí hay un lugar en el que se puede tomar una caña con ciertas garantías. La Cervecería Alemana, en la calle Gerardo Armesto, 3 es un local sencillo en el que te saludan cuatro grifos de cerveza nada más entrar. Rubia Wahrsteiner -buena opción-; Franciskaner; Leffe tostada y brunne Grimbergen. Hasta la fecha, ninguna de ellas me ha fallado.

Y no soy el único satisfecho. La cervecería también da comidad y Pagazauskas la ha probado. Sin queja. En ambas ocasiones coincidimos en el menú. Ensalada ilustrada y variedad de salchichas (muy bueno). Tiene codillo, que no he probado, y algún pasatiempo como el revuelto y las patatas ‘a la cerve’. El revuelto no merece la pena. La ensalada ‘cerve’ está bastante mejor que la ilustrada, claro que cuesta el doble.
Un Grimbergen de otro día

Hoy he comido allí. Una ensalada ‘cerve’, Franciskaner y café con hielo. Tenían menú del día, pero no me apetecía comer tanto. Lo mío es mucho más sano, ¿dónde vamos a parar? Además, la salsilla de mostaza con la que aderezan los boquerones y el salmón ahumado, que acompaña a la lechuga y el queso de Burgos, añade un punto gracioso.

Para salir del paso con una sonrisa..   

17 de agosto de 2011

Una Guinness en cinco pasos. Por qué torturan la stout en Vitoria

Uno, dos, tres, cuatro y un chorrete por encima. Como os lo cuento. No salía de mi asombro. Hasta he buscado la cámara oculta, pero no. Lo del Slow, un pseudoirlandés que hay en la calle Fueros, 29 de Vitoria (justo en el cruce con la calle San Prudencio), ha sido increíble. Os conté que no había forma de tomar un Guinness en la capital alavesa y esta es la confirmación definitiva. No vuelvo a intentarlo.

Tenía ganas de entrar en el garito este. Así que como no me apetecía un menú del día he pasado, dubitativo, a mirar las raciones. Eso que llaman carta y que yo no acabo de entender. Unos platos combinados, unas ensaladas y una de croquetas no hace una carta ni de coña. En fin. Que mientras oteo un poco el asunto me preguntan qué quiero. "Una caña de Guinness, por favor", respondo apoyado en el grifo de stout y señalando con el dedo el tirador. El camarero desaparece un me trae una pinta de Amstel. Joder, tú. Ya sé que hablo rápido y no se me entiende y que en Vitoria las cañas se han convertido últimamente en cañones, pero era sencillo.
Hombre, la verdad es que pinta de irlandés no tiene

Entonces pongo cara de circunstancias y le comento que quería Guinness. "Entonces será una pinta, ¿no?", me dice. "Hombre, si puede ser media....". En eso que veo en la carta (joder que raro suena) que hay ensalada César. No era Caesar que es lo que esperabais, sino César (quizir, le echo lo que me sale del moño y cojonudo). "¡Espera!", me lanzo. "¿Podría ser una ensalada César? ¿Sí? Pues pon una pinta y ya voy comido".

Como las mesas donde estaba la peña con el menú del día no me gustaban, me he quedado en la barra,. Estaba sólo. Cómodo y fresquito. Claro que entonces que tenido que ver en primer plano la tortura a la que han sometido a mi Guinness. Pobre Arthur. No merece que le traten así. Va el tipo y pone el vaso bajo el grifo. Bien. Vamos bien. Baja el tirador de golpe hasta el final. Bravo. Comienza a salir la birra y cuando lleva dos dedos, para. ¿Cómo? ¿Qué haces? Observa y calla, he pensado. Regresa al de unos minutos y repite la operación. Otros dos dedos. Me han dado ganas de grabarlo, pero ha podido la vergüenza. Así hasta cuatro veces. A la quinta ha añadido un chorrillo de espuma. Él pensaba que de espuma porque para eso el tirador debe ir hacia delante, no hacia atrás.

No hace falta que os diga que no estaba mala. Veredicto final: Si queréis una Guinness no paréis en Vitoria. Nunca. Ni de coña. Huid. Lejos. Más lejos.

El esperpento no había terminado. La ensalada era lechuga iceberg, tomate, un minipicadillo de pollo y algo parecido a la salsa rosa. Sabía a queso, lo que me ha extrañado y horrorizado, no obstante, me he tranquilizado al ver que también había unos láminas de queso para sandwich.

Mi comida
Aunque si os parecía que esto es fuerte, esperad a que os cuente sobre la cuadrilla de lumbreras que se han colocado a mi lado. Su primer movimiento, espectacular, robarme el Marca. Lo ha movido dos centímetros para acercar el plato y voló. Pero no era para leerlo ellos. Dudo que supieran. Lo han movido al otro lado de la barra por alguna poderosa razón de equilibrio cósmico que no alcanzo a entender. Luego han comenzado a criticar a Messi por lo que cobra. "Mira que no se puede hablar con un culé por lo insoportables que son". Esta ha sido una de las frases más gloriosas que han soltado. Luego han alabado a Cristiano por lo buen jugador que es. Había disparidad de opiniones sobre el sueldo. Uno lo veía adecuado. De hay a los pilotos de Fórmula 1. Qué si son unos vagos, que si cualquiera puede conducir un coche. Hasta les ha quedado tiempo para insultar a Nadal.

Yo ya no sabía que hacer y le oigo al otro camarero decir "Pero esta gente de dónde se ha caído". Levanto la cabeza por si me hablaba a mí y como se ha dado cuenta de que estaba pensando en voz alta me suelta. "Qué aproveche, majo". "gracias, cóbrame", he contestado con educación.

Sirva todo esto para dejar claro que lo de la Guinness en Vitoria está muy jodido. De paso recordar a todo aquel interesado que el 23 de septiembre, a las 18.00 horas, tenemos el Toast to Arthur. No deberíamos perdérnoslo.

16 de agosto de 2011

Pagazauskas es el puto amo


El pasado jueves visitamos un local que nos recomendó el gran Pagazauskas; el Sushi Toki. Es un japonés que está en la calle Arbolantxa, 2 de Bilbao. Frente al Da Vinci y junta a la bocatería que tantas madrugadas habéis visitado antes de tirar pa’ casa más cargado que un sherpa en el Himalaya.

La experiencia merece la pena. Tiene su punto nostálgico para los que conocían Casa Bao. Es el mismo local y sigue pareciendo el mismo local. Paredes blancas, mesas, silencio y pocas chorradas. Como a mí me gustan los garitos. Lo pasamos bien y hasta tuvimos anécdota. El camarero, poco familiarizado con el castellano, confundió nuestro discreto blanco de Rueda con un tinto reserva de la misma casa. Un tipo peculiar. Lo que viene siendo raro, pero simpático. La encargada, o al menos lo parecía, flipaba con el pavo y con lo que nos cobró, pero lo solucionó rápido. Ya habíamos pasado la tarjeta, sin embargo, ella no se lió con chorradas. Metió la mano a la caja y nos devolvió en cash lo que había cobrado de más- Buena solución a un fallo tonto.

Pero vamos al papeo. Aleccionados por nuestro especialista en comida oriental preferido, pedimos sushi variado. Había que probar y nos gustó todo. Sobre todo fue muy agradable tener que esperar diez minutos largos hasta que comenzó en llegar comida a la mesa. Lo digo en serio. Eso es que estaban preparándolo sobre la marcha y no llevaba esperando en un plato desde la semana pasada. Vale, también podían ser la ostia de vagos… Por ahora confío en la primera opción.

También descubrimos un plato que yo no había probado y que se sale de la tabla: Ebite Maki. Ya, ya. ¿Por qué lo mejor de la carta se llame Ebite? ¿Para qué evitar lo más apetitoso del menú? Eso son lo misterios amarillos y esto un chiste malo, pero es que todavía me duele el bolo de los gin tonic del domingo (ya os contaré). En definitiva. El Ebite Maki es un langostino en tempura rodeado de arroz y un alga. Es decir un rollo de esos en el que el relleno es un langostino en tempura. Lo tiene todo. Presencia: los rollos los hacen a mano y los cortan en cuatro, por lo que los trozos son diferentes. Texturas: el arroz, la rebozado, el alga…. Mucho más agradable que los ricos langostinos en tempura del Mao y el Asia Chic. De hecho, prefiero este lugar al Mao.

9 de agosto de 2011

¿Una Guinness en Vitoria? Prefiero tirarme por un puente

Mucha estética y poca ética 
En ocasiones veo muertos. No, en serio. En ocasiones, quizá de tanto ver anuncios sobre las fiestas que organizan en St Patrick, te haces una idea que resulta no tener nada que ver con la realidad. Pensaba yo que en Vitoria se podría tomar alguna que otra Guinness, pero la verdad es que, hasta el momento, es mejor que te viole un mono de culo pelado que intentar tomar una buena pinta en la capital alavesa.

El domingo, ya sé que son fiestas y todo empeora, lo intentamos en O’Connors. Frente a la catedral nueva, al inicio de la  calle Prado. Sí, donde está el famoso Sagartoki (otro día hablaremos de los 20 minutos que tardan en atender en barra). Bueno, pues fue un desastre. Como no pague yo, no puedo insultarles por lo que cobraron, que sería demasiado, pero sí por vender una cerveza que empezaba a avinagrarse y encima estaba caliente.

El Molly Malone está muy bien decorado
Mira que intenté autoconvencerse de que no estaba tan mala. Y eso que la otra parte de mí, en cuanto vio el color de la cerveza, puso ya mala cara. Era obvio lo que nos esperaba. Mierda puta y poco más. No producía la arcada típica de la Guinness completamente avinagrada, pero no estaba buena. Y es que esta cerveza no aguanta más de siete días desde que se pincha el barril .Por favor, tasqueros del mundo, cuidadme la Stout.


No conforme con el fracaso, he decidido darle una segunda oportunidad a los seudo irlandeses de Vitoria. Hoy he pareado en el Molly Malone, en la calle San Prudencio. El local es precioso. Las cosas como son (el O’Connors tampoco está mal decorado), pero no se pueden cobrar 3,50 leuros por una madia pinta de Guinness. No me jodas, hombre.

Guinness@MollyMalone
La cerveza, thank’s God, no estaba picada. Tampoco caliente. Lo que no quiere decir que estuviera buena. Refresacaba, que ya es algo. Además, me dolía el estómago antes de tomarla y luego se me ha pasado. Claro que eso sería hambre. El tema es que en cuanto he visto a la camarera coger el vaso, inclinarlo y acercarlo a la caña me he puesto a temblar. Aquello no pintaba bien. Mi pinta no pintaba bien, jeje. Que rebuscado, ¿eh? No me preguntéis por qué, pero algo fallaba. ¿Ya estará eso bebible? La duda se ha disipado al ver el precio. Si hubiera cobrado dos leuros, habría marchado feliz, pero 3,5….. .

En fin que no quiero darme por vencido aún y volveré intentar encontrar un Guinness decente en Vitoria. No pido mucho, ¿no? Por el momento la única opción es coger el coche e ir a Llodio, a la Viña. Eso sí es una Guinness.

8 de agosto de 2011

Muy cerca de la perfección

Sólo faltan los peces de colores
El sábado, cansado de Celedón y demás chorradas festivas, decidí tomarme un buen gin tonic aprovechando las pocas horas libres que me está dejando la fiesta. Y como estaba hasta los webs de tonterías varias me lo puse puro, en su mínima expresión. Qué cerca de la perfección, muchachos. Brutal. De principio a fin.

Primero fue la copa al congelador. Unos 15 minutos. Estaba tan cansado que se me olvidó que la había metido. Salió helada, completamente blanca.  Después, un hielo del tamaño de un flan en el fondo. Me he comprado unos moldes de silicona para flanes y los uso como hielera. Gran invento.

Entonces un chorretón de gin. Desde todo lo alto, casi escanciado sobre el hielo para que rompa. Aparta la tripa porque te pringas la barriga y luego hueles a borratxon. Finalmente una latita de tónica, la amarilla cuyo nombre no se escribir, pero que todos conocemos y.... Alucianante. Nada de verdura, aunque después de probarla tuve que coger un poco de piel de limón y pasarlo por el borde del vaso. A la boca le da lo mismo, pero la nariz lo agradece.

PD: Se me ha ocurrido una tradición que deberíamos comenzar en fiestas. La Baldada del Txinparton. Ya os contaré ya. Necesitaremos un balde, dos bolsas de hielos, una botella de ginebra, una docena de tónicas y un cucharon.          

4 de agosto de 2011

Cervezas alavesas por Celedón

VG Noster Cooper Ale
Quién nos habría dicho hace unos años que acabaríamos escribiendo sobre cervezas alavesas. Y en plural. Resulta que la tierra de la patata no nos ha dado vodka y el producto del territorio (loado sea el vino) va a resultar ser la burbujeante rubia. Qué cosas.

Hay dos cerveceras de método artesanal en Álava. Baias, que es algo más veterana, y VG Noster que animada por el éxito de los de Izarra se ha puesto manos a la obra, en este caso en Nanclares.

Las cervezas que he podido probar son la Cooper Ale de VG y la Porter de Baias. Cervezas de estilo inglés y color rojizo, casi negro en la Porter, no son nada fáciles de beber. Están mucho mejor de lo que esperas antes de catarlas, pero que nadie piense que es una birra para todos los días. Quizá las lager, ambos tienen también variedades amarillas, sean más ligeras. Ya veremos.

Baias Porter
La sensación final es parecida en ambas. Te da pena que se acabe. Sin embargo, llegas a esa sensación por caminos contrarios. En la VG el primer trago es agradable. Invita a beber más. En cambio, la Baias es durita de inicio. Amarga. Casi te planteas el dejarlo. Afortunadamente, mejora y cuando llegas al último trago te preguntas por qué no harán los botellines de medio litro en vez de 33 cl. La razón es el precio. La unidad cuesta más de dos euros en la tienda, en las pocas que ofrecen por ahora estas cervezas. Por 1,15 leruos hay Weissbier en cualquier súper. 50 cl, mejor y más barato. Eso sí, si te gusta hacer patria, tanto Baias como VG lec dan cien vueltas a la Pagoa. Las cosas como son      

3 de agosto de 2011

Un toque de regaliz en el gin tonic

Mira en el fondo
Yo tampoco me lo creía, pero está bueno. Alucinante. El pasado viernes le añadí regaliz, del de antes, del puro, al fondo del gin tonic. Ummmm Fondo de Gin Tonic. Qué bonito lugar para vivir y hacer el Bob Esponja. 

Volvamos al asunto

´Me había comentado un barman vitoriano que uno de los trucos apra jugar con el gin tonic es mirar los botanicals (es que en inglés queda más fino) que lleva cada marca de ginebra y añadirle algo que le vaya bien. Así descubrí porque nos gusta tanto la Bombay: Lleva un toque de limón español y a nosotros nos encanta el twist de limón en la copa. Todo está en la ciencia. 

Entré en la web de Bombay Sapphire para ver qué le añaden y descubrí que entre otras muchas cosas lleva raiz de regaliz. Regaliz.... Interesante. Luego recordé que un conocido suele tener regaliz puro, lo compra en Dinamarca o no se donde. Así que le pedí un trozo para el experimento. 


Efectivamente, es un trozo de regaliz

En origen esta prueba se llamaba Operación Limón en el Hielo, porque también metí una peladura de limón dentro del hielaco. Sin embargo, no me ha convencido esa pijotada. No aporta nada y, en casa, no queda muy bonito. es demasiado rústico. Por el contrario, el asunto del regaliz ha sido todo un descubrimiento. El gin tonic queda más completo. Desaparece el toque especialmente amargo de la tónica, pero sin perder su gracia, y la ginebra es más sabrosa. Digamos que queda más redondo, más uniforme y fácil de beber. 

No es como para poner siempre el gin tonic con regaliz. No obstante, queda demostrada la teoría del maridaje. Se abre la veda,. A probar combinaciones. Luego acordaos de compartirlo con nosotros. Igual hasta podemos hacer un recetario del gin tonic.       

27 de julio de 2011

Operación Hielo de Lima

Como habréis adivinado, la operación Hielo de Lima no es más que una prueba para ver que sucede si al Gin Tonic le añadimos un hielo hecho con zumo de lima. Cada maestrillo tiene su librillo y yo creo que voy a tirar la literatura por la ventana y volver a los fundamentos de cualquier preparación: producto, producto, producto.

No se puede decir que el resultado fuera desagradable. Al contrario, el dulzor frutal le da un punto, aunque al final, cuando el pedruzco se va deshaciendo, me parece un toque excesivo.

Las fotos os darán una idea clara de lo que hicimos. Primero se exprimen dos limas y se coloca el zumo en un molde, se rellena con agua (filtradita, que somos muuuu pijos) y al congelador. Lo siguiente es, y esto es importante, meter la copa unos minutillos a que se hiele. Básico total para cualquier cosa que nos guste fría. ¿Para qué perder temperatura si podemos evitarlo? Cuidado con el grosor de la copa. Si crees que no soportará el frío, no lo hagas.

Con los ingredientes listos. Copa helada, hielo aromarizado, ginebrita (qué rica) y tónica, sólo falta mezclar. O arrejuntar, que es más interesante. Yo lo hago así: 

Con una peladura de limón, fina, sin carne, se rozan los bordes de la copa. Hay quien recomienda no hacerlo, pero a mí me gusta el olor de la esencia limonera. Luego ponemos el hielo en el fondo de la copa y escanciamos el licor sobre él; que salpique, que rompa. Esperamos un segundo a que coja el alcohol se enfríe (quizá sería mejor tener la ginebra en la nevera -no estoy seguro-) e incorporamos, muy despacio, la tónica. Suave, suave. Nada de romover, ni revolver, ni tonterías. A disfrutar del trago largo
     

22 de julio de 2011

Damm Inedit: Está buena, pero sin pasarse



Esta es la nota de cata de la Damm Inedit. Como habéis adivinado por el vídeo mucha chorrada para una puta cerveza. Está buen, muy buena, pero no deja de ser una lager de esas que se disfrutan en una terraza servida en una jarra helada. Yo la probé anoche. No me la tomé en esas copas tan pijas, ya probaré, aunque no es necesaria tanta tontería como dicen estos. Lo del trigo es cierto, se nota. Tiene ese toque a limón de la Hooergarden. Eso dice alguien con bastante más gusto que yo.

Dicen en Damm: " De alta intensidad y complejidad aromática, su aspecto es ligeramente turbio. Muy afrutada y floral en nariz, con sensación de levadura fresca y recuerdos a especias dulces. De textura cremosa y fresca, suave volumen y carbónico delicado. Postgusto largo y de recuerdo afable.
Una bebida que puede acoger el festival de sabores que nos regala la gastonomía. Los amargos, los ácidos, los ahumados, los acéticos.... todas estas sensaciones que tanto atemorizan a los sommeliers para hacer un maridage tienen solución!
Las vinagretas, los cítricos y los dulces tienen una cerveza que les puede coger de la mano. La burbuja está integrada y es delicada. En cada plato la comunión de notas es diferente, pero puede existir un hilo conductor para todos, para no cambiar las copas, para sentir la continuidad.
Y en cada composición esta cerveza cambia de bouquet y adapta sus cualidades: un carácter suave con personalidad compleja."

21 de julio de 2011

Mapamundi de las birras

Como nos pasa a todos, seguro que lleváis años intentando entender todos los múltiples tipos de cervezas que hay en el mundo. Os dejo aquí una pequeño diagrama. gráfico, árbol o como a mi me gusta llamarlo, Mapamundi de la birra. Imprescindible. Voy a hacerme un cuadro con él
 

20 de julio de 2011

El café manchego

Sobre la mesa un café con hielo. Es una terraza de verano. Buen día. Buen organismo. Es uno de esos días que sin saber muy bien porqué no dejas de hacer reír a los que te rodean. Un hielo es suficiente para provocar la risa. Un hielo. Fresquito. Uno de esos hijos de puta de hielos que te hacen derramar el café y con los que siempre te manchas. Si te cae sobre el pecho, la carcajada es de aúpa. Es el café manchego. Ese que se empeña en que te lleves un gran recuerdo. 

Hoy hemos tomado café en el Oh! mellete de Miribilla, en Bilbao. Rico. Fuerte. He llegado a Vitoria y todavía me temblaban hasta las pestañas. Por la cafeína y por el par de veces que he escuchado a Mark Knopfler en el coche hacer magia con la guitarra durante los puntéos de Tunel of Love. Pedazo de canción. Aunque ese no es el tema. El asunto son las manchas.

Un viejo amigo tenía un terrible problema con una de estas manchas recurrentes. Se la lavaba todas las noches, pero a la mañana siguiente hay estaba, en su frente, en todo lo alto. En Moscú no se atrevían a hacer bromas con el tema, mas en el resto del mundo. El descojono. Pobre Gorby. En fin, que hoy me las he tenido con una de esas manchas que parecen puestas con rotulador indeleble (ya sé que se llama permanente, coñe). Primero ha aparecido en el cuello de la camiseta. La hemos visto mientras tomábamos un blanquito en el Fifth Avenue, un poco más arriba del Oh! mellete, en Jardines de Gernika. Aprovechando que pasábamos por casa, me he cambiado. Con un par, justo antes de comer unos macarrones con bonito y tomate. Mira que podía haber esperado para ponerme la camisa limpia. 

Y la cosa iba bien hasta que, sentados en la terraza de verano, con una café con hielo sobre la mesa, sintiéndonos de deporte, el puto hielo cabrón del café manchego ha venido a joder la marrana. Choff. La mancha. Medio café por el pecho abajo y otra camisa a la lavadora. A ver si por lo menos me devuelven rápido el tendedero, porque hay unos escaladores colgados del patio de mi casa que se han robado todos los Marta. Dicen que están arreglando unas baldosas, pero hasta que no vea que me devuelven el colgador....       

15 de julio de 2011

Etxeko jana, como en casa

Hace unas semanas comimos en el Etxeko Jana de Bilbao. Está en el Capo Volantín, 15. Muy cerca del cruce con la calle Tiboli. No conocía el sitio, es la lonja del antiguo Yandiola, pero acertamos de pleno. Hace honor a su nombre. Y no lo digo por la comida, sino por el ambiente. Fue de lo más surrealista y a mi eso me encanta. Buena comida, mejor servicio, amabilidad y cero chorradas. Sin artificios.

El local es sencillo. Una mano de pintura en las paredes, unas cuerdas que dibujan palabras y se acabó. A la entrada un mostrador y una estantería con botellas de vino junto al gigantesco escaparate que parece el de una peluquerío por el tamaño de la cristalera. Me encantó.

Y es que la simplicidad no implica descuidar los detalles. Pedimos el menú del día, con el vino de la casa, y nos encontramos un gusto por el trabajo que cada vez es más raro. Un detalle: la botella de vino (un crianza del Campo de Borja) llegó a la mesa con aireador.

Lo mejor fue el trato. Como de costumbre, entramos pronto a comer. Sería la una. Todavía no había llegado el mensajero que les trae las hojas impresas con el menú de ese día, así que se disculparon, hicimos unas risas y nos cantaron la oferta. Mejor. Una ensaladilla de bonito sobre cama de tomate fresco y espaguetis con una salsa de salmón. Buena ración para abrir el tema y muy sabroso. El bonito tenía apellido, no era una lata de Isabel.

En ese momento aparece un chico por la puerta y me dice: "¿Dónde quieres que te deje el sobre?" Pongo el tenedor sobre la mesa, terminó de tragar y le contesto. "Déjale ahí mismo, en el mostrador". A mi, la verdad, me daba los mismo. Lo raro es que al mensajero le pareciera normal todo aquello.

Así que cuando regresó el camarero le dijimos que ya tenía sus menús, que estaban en el mostrador. Lo flipó un poco y después soltó unos cuantos improperios sobre el repartidor. Creo que no era la primera vez que hacía una de esas entradas estelares y se acercaba a los clientes para entregar un paquete que debía haber llegado a las 10.30 de la mañana. Un crack.

En fin. Que nos volvimos a reir un rato con los del Etxeko Jana.

Faltaba el segundo plato, unas brochetas de cerdo (vale, bien) y el postre. Tarta selva negra. Como para repetir. Con café y tal. 28 leuros la pareja. No es barato, pero merece la pena.

Por cierto, tiene pinta de tener otro comedor más chic en la entrepalanta. No dejaban de pasar pijardillas de esas tan de moda desde que han tuneado el botxo. Las muy incautas miran por encima del hombro cuando pasan junto a tu mesa camino de las escaleras. Estas no saben que ese paseillo es peor que un desfile de modas. ¡Chavala, acelera porque los de las mesas no te miran por lo bien que andas. Te están despellejando viva a cada paso! Es la ley de las terrazas.

13 de julio de 2011

And the winner is... Bombay Sapphire

Al final ya he comprado ginebra. La elegida ha sido Bombay Sapphire. Y efectivamente, sí, la he comprado porque regalaban una copa. Soy asín, que le vamos a hacer.

Aprovechando que pasaba por el Gorbeia, me he metido al Carrefour. Me hacía falta una silla de playa para no clavarme las hierbas asesinas de la campa en el pandero. Ya puestos he echado un ojo a los licores. Siempre tienen algo interesante y con la moda esta de la ginebra, la verdad es que la oferta ha crecido bastante. Me ha picado la Bulldog, la botella es preciosa, pero Bombay tenía algo que las demás no ofrecían (la copa, sí) y además era más barata. Bueno... menos cara. Hay que joderse con lo que castigan.

Al pagar ya he tenido que montarla. Soy un desastre. He marcado mal el pin de la tarjeta. Mi pin es el .... (epppa que no soy tan tonto). El tema es que no me he dado cuenta de que estaba diciendo en voz alta lo que he pensado al empezar a pitar la maquinita de la tarjeta y, claro, la cajera y el resto de la cola han flipado un poco. Así que he puesto mi mejor sonrisa de niño pillo y me he marchado disimulando. En plan Pantera Rosa. Ya sabéis.

O eso he intentado. El problema es que mi amiga Bombay no había dicho su última palabra y ha saltado la alarma. Piu, pìu, piu, Todo en ritmo bacaluti, Chum chum. .. . . . . . (los puntos son para marcar el ritmo). La cajera y la cola lo han vuelto a flipar. ¿Pero a mí por qué me miran? Qué yo ya he pagado, oíga.

Y entonces la cajera me dice: "Espera. Voy a llamar para que me digan dónde está la alarma en esta ginebra. Así no te pita en otro sitio".

-" Tranquila", le he contestado. "En mi casa no tengo de estos detectores de alarmas".

Creo que no ha pillado el chiste. En fin. Lo dicho: Bombay ha sido la ginebra elegida para los próximos meses.

Ahhh. Me han dado un vale regalo para 12 botellines de San Miguel si gasto 30 leuros. Eso suena a txokoooooooo.

8 de julio de 2011

Vamos de bares

bHoy viernes, es un buen día para presentar un nuevo álbum de fotos de bares. Iremos completándolo, claro está.

6 de julio de 2011

Un menú del día que no podrás terminar (Bar Sela)

Caímos en este bar por casualidad. El Sela, no lo conocía. Está en la calle Simón Bolivar, en Bilbao. Bastante más allá de La Taberna de los Mundos, donde no comimos porque era "demasiado pronto". Tengo la cuenta en la mano y es clara: 22 euros. Dos menús del día.

Y qué menús. De no poder acabarlos. La calidad es buena, sin florituras, pero con gusto. Arrancamos con una ensalada de pollo, queso y no sé que más, fresquita y sabrosa, y unos espaguetis con carne y tomate. Ración puro macho. De segundo, unos pimientos rellenos. Gigantescos. Cuatro por ración. En salsa. En cazuela de barro. Salvaje. Con dos piezas suficiente.

Del postre pasamos. No había donde meterlo. Tomamos café con hielo, que está incluido en el precio original. En la puerta, un cartel reza que es opcional el café o un chupito. Lo flipas.

El bar está sacado de una serie de los ochenta. Limpio, reformado por aquellos años, aunque agradable. Y el servicio es bueno. El camarero incluso dudó si cobrarnos menos porque no habíamos tomado postre.... Por si los estáis pensando... sí, no eran vascos.

 No es el típico sitio que recomendarías a alguien cuando pregunta, ni de los sitios en los que repites, sin embargo, si os pilla un día la hora de comer por esa zona. no deis vueltas. Al Sela de cabeza.          

4 de julio de 2011

Adiós Tanqueray, adiós

He pasado un año muy divertido con ella y ha llegado el momento de decirnos adiós. ¿Hasta cuándo? Tendremos encuentros esporádicos. Seguro. Los bares están para eso y la Tanqueray no fala en ninguno. Pero no volveras a ver mi casa. Unas cuantas de estas botellas verdes han pasado por el mueble bar en los últimos meses. Qué recuerdos, ainssss. Sin embargo, hay que evolucionar y dado que el otro día me terminé la botella, pues a comprar otra toca.

Tengo alguna que otra duda sobre la elección ginebresca para el próximo curso. Bombay es un valor seguro, aunque demasiado conocido. ¿Gordon´s? Eso es como invertir en oro. Acierto seguro, una de las mejores y casi la más barata (en relación calidad precio, inbatible), claro que se pierde la emoción de la compra.

Me pica la curiosidad la K-25. Amurriana. Como el Karpy.. Riauuuuuuu. Bulldog, impone. Hendricks, no me apetece. La lista es tan larga..... Masters podría ser, mas el recuerdo de su hemana pequeña (MG) le resta activos. Ya os contaré. Creo que al final, la decisión vendrá marcada por la irrefrenable atracción que tengo por las copas y vasos. Exacto. La ginebra que me regale una copa bonita es la que se viene pa' casa. Por un año. No es bueno enviciarse.    

2 de julio de 2011

Menuda cagada de camino

Hoy me ha dado por ir hasta el árbol Malato y he comprobado lo que llevaba tiempo sospechando: el ejercicio es una mierda. No lo digo porque no sea bueno para el cuerpo. De hecho, te sientes de maravilla. Sobre todo después de la birra de premio que te bebes al llegar a casa. Lo que he comprobado es que el camino ese del parque lineal del Nervión es un campo de minas

Las hay de todos los tipos y tamaños. Algunas pueden considerarse antitanque. Hay chorongillos resecos por el sol, plastas recónditas, cagolitas sinsorgas e incluso mondongos aplastados por la zapatilla de un caminante despistado. La gente calza mucha Nike, ¿eh? Desde que arrancas en Zubiko, paralelo a las vías, vas descubriendo el tipo de fauna doméstica del pueblo. Perros grandes, que cagan grande, perros pequeños que cagan pequeño y cerdos en general que la cagan sobre lo cagado. Para qué inventaría Dios la bolsa de plástico... Eso sí, lo peor empieza en las paserelas de madera que hay antes de llegar a Luyaondo. He visto una pesa que debía ser esférica, ya que el que la ha pisado ha dejado un círculo perfecto en el suelo. Que cosas. 


Una vez en casa, he abierto una Pagoa Pilsener. Hace quince días probé la Red Ale y tengo pendiente la Stout. Tengo que reconocer que deja un gusto duradero y reconfortante después de tragarla, pero la Red me pareció bastante mejor que la rubia tradional vasca. Es gaseosa y agradable al paso por boca, sin embargo, la primera sensación en la lengua es extraña. No se identificar el sabor -ya sabéis que yo bebo por vicio-, pero no me ha gustado demasiado. Supongo que es cosa mía. 


Por cierto, la birra después del ejercicio es sagrada y no se debe tomar de cualquier manera. Primero se bebe al menos medio litro de agua fresquita. Se mete el vaso al congelador y se espera un ratillo. Entonces ya podemos entrarle a la muchacha. Para la sed está el agua. Lo de la cerveza es por devoción. A la buena vida, claro.

30 de junio de 2011

Una día de caza en el Farketa 56

El Faisán es plato de reyes. Y la verdad es que algo de especial tiene. No falta quien se burla, diciendo que no es más que un pollo grande, pero merece la pena probarlo. En el Farketa 56, en Rodríguez Arias (Bilbao) tienen una completa carta de caza. Venado, corzo, faisán, pato (este no creo que venga del cmapo), jabalí...

Fuimos allá el domingo. Cuatro comensales. Todo el restaurante para nosotros. Como los pijardos que piden cerrar la sala para que no les molesten, aunque por casualidad. Eramos la única reserva. La primera opción no era la caza, pensamos más en pescado. Sin embargo, vista la carta, decidimos probar. Y acertamos. La digestión quiza fue un poco pesada (o tal vez fueron los gin tonics de después), mas la experiencia es muy recomendable.

Arrancamos con una ensalada de esas que llevan muchas cosas y unas setas a la planca. Las vimos al entrarm sobre el mostrador y resultó ser el mejor reclamo. Estaban buenas. Un día tonto, en barra, con una botella de vino tiene que estar de aúpa.

Luego llegó la caza. El faisán lo mejor. Limpio, sueve y sabroso. El venado me agradó. El corzo, algo más correoso obligaba a trabajar el masticado. Eso síu, la guarniciñon de patata con una especial e besamel ayudaba a deglutir todo aquello.

Para beber, tinto crianza de Elciego. Al pelo.

Una cenita en pareja en el Farketa 56 supera los 100 euros, pero un día es un dia y al menos una vez en la vida hay que dejarse caer por estos locales clásicos. El servicio es de primera

29 de junio de 2011

La semana Hoegaarden

Será un adelanto al próximo viaje a Bélgica y los Países Bajos, será que me gusta más tomarme una birra cuando vuelvo del curro que una tiza a un tonto, pero el tema es que he decidido que ésta sea la semana Hoegaarden. Witbier o Bière Blanche (como mola esto del bilingüismo belga). Para los que nos gustan las Weissenbier bávaras, las cervezas de trigo belgas y holandesas son una buena alternativa. Más frutales, que le vamos a hacer, pero seguramente mejor estructuradas le dan un toque más sofisticado al viejo arte de tirarte en el sofá a la espera de que te enganche el sueño.



La Hoegaarden tiene un ligero toque a limón que la hace bastante refrescante. Y la verdad es que es un brebaje de los más apetecible. Quién soy yo para enmendarla plana a unos tipos que llevan produciendo cerveza desde 1445.

No dejéis de visitar su web. Sobre todo una herramienta que a través de google maps te señala los mejores bares para beber Hoegaarden  Se sale. Lástima que en el terruño no aparezca ninguno. Ainssss

Si tenéis ganas de viajar, también se puede recorrer la cervecera. Eso sí, vista la Guinness Storehouse... Como que ya no me llaman estas atracciones. Otro día os cuento lo de Dublín. Lo mejor, el restaurante con una carta a base de Stout.   

27 de junio de 2011

Se abre la veda. Mi primera crítica negativa

Sé que esperabais con ardor que pusiera a caer de un burro a algún restaurante. Y cierto es que hasta ahora, todos los lugares de los que os he hablado han salido bastante bien parados. El problema es que el sábado, por primera vez en mi vida, tuve que dejar el plato de comida en la mesa. Fallo mío, debía haber hablado con la camarera y que se llevara aquel desastre de vuelta a la cocina.., pero uno es vasco y ... no dije nada. Si llego a ser yankie, la lío.

Todo comenzó muy bien. La Garbatella, el restaurante italiano del CC Ballonti, es un local bonito, bien decorado. Llagamos sobre las 13.40. No había nadie comiendo. Nos atendieron rápido y bien. Pedimos la carta a pesar de que ofrecen un menú y bastante completo. Claro que por los 15,50 leuros del mismo, prefiero elegir libremente de la carta. Venía con la idea de tomar una Birra Moretti. ¿Tendrían? Y sí, la tenían 2,35 por el botellín de 33 cl. Un poco demasiado caro, la verdad (además, la carta reza 2.10, pero en fín).

Nos lanzamos a por una ensalada (buena, abundante, bien presentada) y dos platos de pasta Gnochi con salsa de azafrán (pasable) y papardelle con salsa de negra de txipis. Ayyyyy que dolor cada vez que lo recuerdo. Hasta se me puso mala gana.

¿Habéis comido alguna vez algo muy salado? No me refiero a algo tan salado que te resulta vomitivo, no. Hablo de un plato en el que hay tanta sal que se te revuelve el estómago, te entran nauseas y no quieres ni pegarle un trago a la cerveza. Joder. Qué no quería beber. En serio. NO ME APETECÍA NI UNA CERVEZA. Es que me mosqueo con solo pensarlo.

Lo peor es que si lo pienso fríamente, el problema vendría porque alguien se despisto y echo sal varias veces a ujn plato que no debe llevarla. Es una salsa de tintas de calamar, por Dios. Y no quiero insistir. Por qué es tan difícil que un cocinero haga este estropicio que uno le da vueltas a si la salsa estaría mala y de ahí ese sabor salado y un tanto picante en la punta de la lengua.

En fin. No siempre se acierta. Y la comida, que costó sus buenos 40 leuros, no me habría dejado mal sabor de boca de no haber estado tan salado. Eso sí, por favor, a partir de ahora, no sirváis la pasta en  un mar de salsa dentro de una bandeja tipo cuenco. O al menos poned dos platos y una espumadera para que podamos pescarla.

PD: La Birra Moretti está buena.  

21 de junio de 2011

Una ginebra recia donde las haya

El sábado, tras la tripada larreil tocó hundir un poco la comida y ¿qué mejor que unos gin tonics?
Hacemos honor al título del blog y entramos en el mundo de las gins. No se me ha ocurrido mejor comienzo que hacerlo por el principio, por la Ginebra MG. Joder tú, un brebaje recio donde los haya.

La nota de cata de esta ginebra dice: "Ginebra transparente, translúcida, con el borde acerado y destellos parpadeantes en su fondo limpio y brillante. Un destilado elegante y fino en nariz, con abundancia de notas de enebro y hierba mojada, algo punzante pero muy balsámico y con recuerdos finos de resina. En la boca es una ginebra sabrosa y delicada, muy aromática y con muchos recuerdos de bayas de enebro. Denota un período de destilación ejemplar por la buena integración de su alcohol y la suavidad, redondez y elegancia de su final largo".

Vaya por delante que yo no soy ningún especialista en catas. Así que tendremos que creernos lo que cuenta. Lac verdad es que no teniendo una razón para criticar a la MG, he de admitir que me gustó más bien poco. La copa estaba bien servida. En la terraza de la Cervecera Araba, en mitad de la avenida Zumalakarragui de Llodio. La tónica la de siempre. Ahora, el resultado... Me recordó a esos potajes castellanos que están buenos, pero caen como un ladrillo. Esos botillos que juras no volveras a probar y que al de un tiempo vuelven a darte la noche.

Pecaremos otra vez con la MG, qué duda cabe, aunque pasara bastante tiempo.

20 de junio de 2011

Un fin de semana de los de antes; o casi

Siempre es bonito regresar a una de esas taskas que han marcado tus primeras farras. El sábado lo hicimos. Un poco más fino que antaño, pero con el mismo vino horrible; esa cosecha del 43 (que es el precio aproximado  de la botella en pesestas si le descuentas el casco) y acostumbrada sobremesa de bricolage improvisado con todo aquello que va quedando por la mesa. Esta vez creamos al rey Gometero. Tengo una foto por ahí que pronto subiré.
Bueno. Por cumplir con la obligada mención al restaurante, os diré que el Larrea de Llodio, el del callejón (no me preguntéis la dirección porque nunca le he sabido) es el típico lugar en el que una comida de la cuadrilla se tuerce hacia una borrechera de la cuadrilla. El pijo menú que elegimos (los hay más económicos) fue de 22 euros. Comprende todo lo que se os ocurra. Jamón y chorizo de entrante, espárragos, sus míticos champis en salsa (esto si que es recomendable), un revuelto de setas, croquetas y lengua rebozada... Suficiente para cualquiera.
Sin embargo, en el Larrea, y cuando ya llevas una hora comiendo (y bebiendo), pasan a preguntarte qué quieres de plato principal .Lo suyo es tirárse al escalope (y se canta: po, pon, po, pon , po, po, po , pon) o la chuleta. Otra clásico son los pimientos rellenos (de carne o pescado o ambos) y el bacalao al pil pil. Comida casera contundente y generosa. Si ya os habéis empachado, haced sitio para el postre, el café, la cope y el ... Ah no, que ya no se ofrece puro por eso de la ley anti tabáco.
Lo dicho. 22 euros, tres horas (cronometradas) a la mesa, unas canturriadas y a liarla. 

16 de junio de 2011

En Casa Manolo, Pamplona

Nos lo recomendó un compañero. "La semana pasada cené allí con mi madre" Me comvenció. "Buena cocina, tranquilo y no es caro", me había dicho antes. "Las raciones son muy grandes". Así que nos fuimos a Casa Manolo, en la calle García Castañón, 12.

La verdad es que las raciones no son tan grandes, aunque son mayores de lo que acostumbran a servir la mayoría de los restaurantes. Además, como es obligado pedir el ajoarriero con bogavante pues la tripada queda garantizada.

La cena sale por unos 85 euros la pareja. Muy buen precio para Pamplona. El truco para que no se dispare la cuenta está en el vino. No lo pienses y elije un blanco navarro. No sólo por economía, sino porque lo disfrutaras como un niño.

El restaurante es de los que ya no se llevan. En el primer piso de un bloque de pisos a cien metros del Paseo Sarasate, justo delante de la estatua de los jesuitas. No sé por qué la Compañía siempre acierta a señalar los lugares interesantes.

Te atienden dos camareros pelones que parecen gemelos. Unos cracks. Simpáticos, al menos a mí me lo parecieron, y tan parecidos que si no te das cuenta de que son dos, parece uno moviéndose a toda pastilla. Vale, quizás fueron las cañas de antes de entrar a cenar...

Pero vamos a tema del papeo. Abrimos con un jamoncito cojonudo y los típicos entrantes. Hay donde elegir sin miedo, lo que más apetezca. Era sólo una escusa para lo que debía de llegar. Íbamos a lo que íbamos, así que sin hacer mucho caso a la carta nos lanzamos al ajoarriero con bogavante. Por probar algo más pedimos rape y compartimos los platos. No acabo de ver claro esa manía que tengo de pedir dos segundos, por probar. Tengo que dejar de hacerlo. El rape estaba muy bueno, claro que tocado el bacalladito.... se queda en nada.

Y eso que no quedaba bogavante. ¿Cómo? "Le podemos poner unos langostinos", me dicen. Vale, contesto.  Lo que pienso en realidad es: y a mí qué me cuentas si yo lo que quiero es ajoarriero y tampoco confiaba nada en el bogavante que solo lo ponen para inflar el precio.

En resumen. Gran recomendacíón la que nos dieron y divertida velada glotona. Lo dicho: el ajoarriero se sale. Probádlo con el bogavante si queréis y nos contáis si mejora en algo. Lo dudo.

14 de junio de 2011

El sábado cené en el URBare de Bilbao

Hacía tiempo que querñia probar la cocina del URBare, en Campo Volantín. Me llamaban la atención sus copas de vino. Finas. Lo parecían desde la calle e invitaban a sentarse en esas sillas de un solo apoyabrazo. Son más cómodas de lo que parecen,

No terminaba de decidirme a reservar. Los tiempos no están como para pagar 150 leuracos por una cena para dos. Al final lo hice y la experiencia mereció la pena. Primero porque no hacen falta 150 leuros para cenar en URBare, segundo porque el ambiente es tranquilo sin ser un muermo y tercero porque la comida estaba de aupa. Hasta la música ambiente me gustó. Rollo italiano años cincuenta y ya a la medianoche algo de jazz poepro de ese tan de moda.

Abrimos el tema con un foie micuit con crema de castañas. A disfrutar como enanos. Eso sí, la espuma de ponche que acompaña, mejor la dejáis ahí, de aguantavelas. El romance es cosa del foie y la castaña.

Luego una ensalada de pulpo braseado. En la próxima parrillada lo incluyo. Lo de la ensalada no, que como dic un amigo, "engorda", pero el pulpo se sale. No creo que vuelva a probarlo sin brasear. Qué invento.

De prinmcipal pedimos txipis con arroz crujiente. La sorpresa vino por lo blandos y gelatinosos que estaban los jibioncillos. "Los uperizan", me dijo el camarero. En realidad no sé que les hacen, aunquie no me importa. Los pediría de nuevo.

Y de cierre, rape. Posiblemente lo mejor de todo, aunque no lo os recomiendo. Un rape así lo pongo yo en casa. El secreto es el producto. Sueltas la panoja en el mercado y lo marcaas en casa, en calzoncillos. Mismo resultado, cuarta parte de precio.

En resumen y con un godello de Valdeorras la cena se saldó por 112 euros. Repetiré

13 de junio de 2011

El viernes comí en el Deluxe Lounge

Good deal. Es la expresión que mejor refleja lo que ofrece el Deluxe Lounge (Calle Buenos Aires, Bilbao)
El local es agradable, rollo sofisticado pijardo, pero muy bien ambientado. El menú (lo cambian cada semana) bastante interesante. Además, si entras a comer de 13 a 13.30 horas te sale por 10 euros 50.

El restaurante está en la parte de arriba. Se agradece, es más tranquilo y apenas se oye el bullicio de la barra. Comedor txikito pero acogedor. Rollo muy NYC. A poder ser coged las sillas tapizadas en negro, son más cómodas. Me llamó la atención que los asientos son diferentes, incluso en la misma mesa. Hay una con sofá. Joder que incñomodo debe ser comer ahí. Lo bueno es que estéticamente la sala gana mucho

La comida estaba realmente buena. Yo pedí un saquito de pollo y pimientos. Es un hojaldre sobre el que sirven una pasata a base de pollo y pimientos (era difícil, eh?) No sé porque le llaman saquito, el relleno no va dentro de la pasta... En fin que lo pedí porque me apetecía decir saquitoooo. Quiero un saquitoooo. Suena bien y así le dejas a la camarera con el rollo de si eres retrasado o algo. Estaba riquísimo.

De segundo, costilla asada. Cumplidora. Sin alardes. Sin pega. Un poco gomosa tal vez.

En el postre, y siguiendo con el rollo NYC, me lancé a la tarta de queso casera. En vez de arándanos cubierta con mermelada de cerezas. Habría preferido los arándanos.

En la clasificaciñon de ramitas de eneldo que me he inventado para los restaurantes (mide la relación calidad precio)  le voy a dar 4 sobre 5. Con el tema de ir pronto el café te sale gratis (es lo que te descuentan del menú normal de 12,50), lo que da n coste muy competitivo. El problema es que las camareras vuelan para que termines pronto y dejes sitio al turno de las dos. Qué prisas hija. Déjame beberme la botella de Rueda (verdejo y viura) que nos has puesto con la comida. Agradable, aunque realmente cabezón.

Los que prefieran comer con crianza de Rioja les costará 15 leuros. El vino joven  entra en menú.

Lo dicho. El Deluxe Lounge es una opción muy recomendable si tienes que salir del paso un mediodía en la Villa.

   

17 de mayo de 2011

Bienvenidos a la corte de la reina de Inglaterra

Hola a todos. Bienvenidos a mi palacio de hielo y cristal. Seguro que pasaremos un rato relajado sentados entorno a una copa. El blog, principalmente, hablará de ginebra, pero no faltará toda la corte que acompaña en cualquier bar a la reina de Inglaterrra. Además, haremos turismo y visitaremos los templos más recomendables.

Salud.